Viedma, Perlongher y yo

“Envoltura, envoltorio. En el yuxtaponer inmiscuir un grano, una briznita, entre la costra del pan flauta y el papel de almacén, rojo de vino, vino la Orden: Horda de pampanos estallo de Astillero en el rebote de la voz tomada, embargada de fuga, en el Dictatum. El dístico, el adios...”
A dios le reza mi vieja, yo no le rezo, estallo de Astillero, en el rebote de la voz, en el rebote de los vidrios, la costumbre del Dictatum, el adiós. Siempre el adiós, que gira, da vuelta, girando así, gerundio, girando, como Girondo jugando con las palabras, con los rebotes de la voz, de los vidrios, de las balas en las paredes, en las cabezas no hay rebotes, hay adioses. Chau. Vino la envoltura, el envoltorio, rojo de sangre. Como el papel de almacén. 

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