El poema que no destruyó René Char en 1928

los caminos que elijo

me lastiman los pies

                                                  me concentro en el cielo

no presto atención

al vuelo del pájaro

sino a lo que dibuja 

pinto esos trazos transparentes

para mantenerme a flote

entre los rayos de luz

de esta vida tan naufragio


me pregunto

si hacen sombra las estrellas

se me ocurren

palabras sin futuro

que quizá digan algo

dentro de millones de años luz

es decir

que no digan nada

no hay palabra para el infinito

infinito es sólo una palabra

                                                  el infinito es un límite  

para no enloquecer pensando

no hay fin

no hay lugar donde llegar

entonces decimos infinito

para imaginarlo

las palabras

no se arrugan

no sufren

aparecen de la nada

                                                  la nada es otro límite


me concentro en el cielo

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