Poema orillero

El sol se prende y se apaga en las olas
los juncos juntan basura
un viejo con las patas en el agua sostiene una caña
los barcos esperan entrar a puerto
clavo un palo en la orilla para medir la marea
un halcón peregrino se para en el palo
no le importa el río sino lo que deja
es lo que pienso del halcón sin saber lo que piensa
tampoco se lo que piensa el viejo
pienso que ellos imaginan lo que pienso
se preguntan para qué clavé un palo
qué hago en la orilla
qué pienso
o no les importa
ni yo
ni el palo
menos lo que pienso
a mi
tampoco me importan
sólo miro el río
se acerca y se aleja del palo
no sé
si el agua cubre la tierra
si la tierra se mete debajo del agua
si el agua se lleva algo de tierra
si la tierra se chupa algo de agua
no sé
no me importa
ni el sol ni las olas ni los juncos ni la basura
ni el viejo ni los barcos ni el halcón ni el palo
mientras
en la orilla
con una ramita seca
escribo tu nombre.

Un poema para leer antes de la tormenta

En una caja
como esas
en las que vienen
los arbolitos
de navidad
les voy a dejar
cañas
un rollo de hilo
diarios viejos
del mes de abril
una bolsita de harina
una botellita de agua
trapos viejos
mi victorinox
y un croquis
con las indicaciones
necesarias
para
que puedan 
armar un barrilete
con la forma 
de un octágono regular
no es un capricho
es que de lejos
se va a ver
redondo
como un mundito
lleno de letras
para que
lo remonten
en el campito
de la 32
y cuando esté 
bien
bien
alto
que le corten 
el hilo
lo miren
hasta perderlo
de vista
y por último
le digan
listo
vieja
vamos a casa.

Puente - Caligrama